Por Miguel do Rosário
El golpe ha inspirado proyecciones bastante sombrías para el futuro cercano, en especial el aumento de la coerción estatal, disminución de las libertades y profundización del proceso de criminalización de las actividades políticas.
Sin embargo, esas estrategias sólo serán útiles políticamente al golpe si la corporación de los medios de comunicación asume una hegemonía aún mayor de la que ya posee hoy en día y controla la narrativa de todos los hechos.
En este 1 de mayo, nuevamente comunidades de brasileros de todo el mundo protestaron contra el golpe. El clima de cambio de la opinión pública continúa en proceso de manera que el golpe tendrá que inventar una mayor cantidad mayor de hechos-mentiras, en lo sucesivo, para mantener la alta temperatura golpista.
Justamente, para eso sirve la operación Lava Jato y la fuerza-trabajo ya entendió cuál es el papel que ahora le cabe.
En el Senado, la comisión de impeachment escuchó hoy juristas a favor del golpe, y lo que se vio nuevamente causó gran incomodidad para los que asistieron. Los entrevistados prácticamente admitieron que no hay crimen de responsabilidad en el pedido de impeachment y, por eso, buscaron sustentación puramente política.
Tan grande es la vergüenza que los golpistas diseminaron en las redes sociales que la presidenta Dilma iría renunciaría y provocar nuevas elecciones.
La información es infundada. La presidenta ya demostró estar decidida: va a invertir en la lucha, en todos los campos, a pesar de que, en varios frentes, las probabilidades de victoria son prácticamente nulas.
Por esto, para luchar, Dilma no puede renunciar, ella va a mantenerse al frente de un creciente proceso de levantamiento popular contra el golpe y la ilegalidad.
La noche oscura que caerá sobre el país tal vez dure muchos años, tal vez sea rápida, lo que si es cierto es que enseñará la creación de nuevas estrategias para defender la libertad y la democracia.
Los que resistan y sobrevivan la temporada de persecución política, estrangulamiento económico, asesinatos de reputación, que seguirá a la consumación del golpe, estarán fortalecidos y preparados para liderar el país en la vuelta a los tiempos de respeto a la democracia y garantías constitucionales, en particular, la mejor garantía de todas: el respeto a la soberanía de los votos.